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viernes, 17 de junio de 2016

Patrimonio vivo

Entrada al Patrimonio vivo

El barrio Getsemaní de la ciudad de Cartagena de Indias, es uno de los sectores más tradicionales de la ciudad. Junto con el Centro y San Diego conforman el Centro Histórico declarado Patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1984, Getsemaní se constituye en unos de los barrios fundacionales de la Ciudad Colonial en los tiempos de la nombrada Provincia de Cartagena de Indias. Getsemaní ha sido en el correr histórico de la ciudad una célula de vital importancia. Su comunidad siempre ha participado en los acontecimientos más significativos de la ciudad, la región y por supuesto la nación.

La memoria y el valor histórico y cultural de este emblemático lugar junto con sus habitantes se encuentra en riesgo y merecen un plan urgente de salvaguarda, debido especialmente al impacto del fenómeno de gentrificación caracterizado por las siguientes aspectos:1) La difamación y señalamiento de zona prohibida. 2) Cambios y usos, del espacio y de los bienes inmuebles. 3) Aumento en el costo de los servicios públicos e impuestos y la diversa estratificación del suelo, en el barrio se presentan varios estratos: 3, 4, 5 y en algunos casos hasta 6. Todo esto ha generado un desplazamiento de la población nativa y la llegada de la inversión nacional y extranjera, quienes en los últimos años han transformado el paisaje urbano y social del sector con numerosos bares, restaurantes, hoteles. De igual manera la población muestra cambios, de un estrato socio económico y de carácter popular, se transforma en una estructura mixta, o mejor hibrida, compuesta de un bajo porcentaje de nativos residentes-propietarios, y nuevos residentes nacionales y extranjeros: artistas, documentalistas, gestores culturales e inversionistas inmobiliarios. Este nuevo componente le da un matiz de aburguesamiento al barrio. 

Partiendo del panorama anterior es vital comprender a Getsemaní dentro del contexto de la ciudad. Entenderlo desde el mismo momento de la expansión urbanística de la ciudad colonial como un sector fundacional. Dada su estratégica ubicación en la bahía, era evidente la extraordinaria vocación de puerto. Getsemaní requiere ser mirado desde la historia, su verdadera historia, ya que la historia oficial mediante un discurso dominante de clase ha invisibilizado al barrio. Esta comunidad y sector de Cartagena guardan un patrimonio material e inmaterial, no solo de la ciudad, sino que trasciende a la región Caribe y el país mismo, que debe ser valorado y conocido

La ciudad Cartagena de Indias emergió del abandonado asentamiento aborigen Mokaná. Estos nativos llegaron desde las costas orientales, hoy territorios de Venezuela. (Arrieta, 2003; Camacho, 2003). Se cree que ellos hayan desplazado a los Arawaks, para tomar posesión de estas comarcas, a las cuales nombraron Karmairi. Aquí sobre este lugar y los vestigios de esta cultura, la ciudad sería fundada por Pedro de Heredia. Ella se convertiría con el paso del tiempo en provincia, puerto, gobernación y sede, en diferentes periodos, del virreinato de la Nueva Granada. Dicha ciudad en su crecimiento y expansión urbanística se estructurará a partir de los barrios Santa Catalina, San Sebastián, La Merced, Santo Toribio y Getsemaní.

La ciudad Cartagena de Indias, celebró su Bicentenario hace pocos años. En medio de los programas conmemorativos observamos una falta de sentido y pertenencia de la ciudadanía con respecto al devenir histórico, debido al desconocimiento de la memoria política, social, económica y cultural de la historia cartagenera, dentro de un contexto nacional. Además los acontecimientos del 11 de noviembre de 1811, son ignorados por el grueso de la población. Es evidente la permanente pérdida de la memoria histórica y cultural de Cartagena. Existen muchas lagunas alrededor de la independencia absoluta de la Provincia de Cartagena de Indias.

Al referirnos a las celebraciones nos encontramos frente a varios aspectos, que denotan la ausencia de pertenencia ciudadana. Esta carencia se manifiesta en la falta de conocimiento y conservación de nuestra memoria histórica.. El relato histórico de orden nacional, primó sobre otros acontecimientos fundacionales de la Patria y el nuestro pasó al olvido, reducido a un reinado de belleza. El 20 de julio de 1810, quedó como la fecha señalada para la celebración de la Independencia Nacional.

Los hechos ocurridos en Cartagena alrededor de la emancipación fueron minimizados. Allí radica el desconocimiento, hasta de los mismos cartageneros, de una memoria histórica local. Si en este momento preguntáramos ¿qué celebran las fiestas novembrinas de Cartagena? una gran cantidad de sus habitantes dirían sin pensarlo: el Reinado Nacional de Belleza, el resto desconocerían lo relacionado con Pedro Romero, los Lanceros de Getsemaní y todo el proceso independentista librado por aquellos años en nuestra ciudad.

Por ello creemos necesario revisar nuestra memoria histórica e ir hasta los orígenes, a las raíces de los acontecimientos registrados en Cartagena de Indias a principios del siglo XIX. También es bueno decir que la Provincia de Cartagena de Indias fue la única República Independiente de la Nueva Granada entre 1810 y 1815 (Lasso, 2008). Hasta cuando llega Pablo Morillo con su Régimen del Terror.

Teniendo en cuenta lo anterior proponemos ir al lugar donde se cultivó, cosechó y germinó la semilla de la igualdad. Partiendo de allí planteamos lo siguiente: Getsemaní es un potente Patrimonio Inmaterial de Cartagena. Este documento busca ofrecer los argumentos y describir los aspectos, que permitan identificar al barrio patrimonial de Getsemaní. No solo por su participación en la gesta de independencia, sino por todo su recorrido histórico de barriada y sus representaciones culturales, que lo constituyen en un lugar de referencia privilegiada para Cartagena.

Haremos una aproximación a sus inicios míticos, la concesión de su territorio, pasando por la colonia hasta nuestros días. Entonces procederemos a registrar un inventario de las representaciones culturales del barrio Getsemaní a través del tiempo. Nuestro trabajo se fundamenta en el siguiente texto de Edgar Gutiérrez (2000).

El barrio de Getsemaní ha sido escenario del sentido popular festivo desde la colonia, lo testimonia el documento: ¨Fondo Capitanía General de Cuba del Archivo General de Indias¨, (Papeles de Cuba), que nos informa de las minucias del control festivo en la Cartagena de Indias de 1789. Paradójicamente, - el barrio de Getsemaní - además de sobresalir en los jolgorios, también es protagónico en las gestas de independencia en el siglo XIX, por la figura histórica, signo de los imaginarios populares: el matancero Pedro Romero. Este participó activamente en los acontecimientos del 11 de noviembre de 1811. Con esos precedentes el barrio configura valores y entidades y diferencias importantes para el patrimonio intangible de la historia local, cuyo papel es notable en los procesos sociales de la ciudad. (Gutiérrez, 2000, pp. 244-245)

Como bien lo advertimos en el anterior planteamiento, Getsemaní se configura a partir de sus valores, identidades y diferencias de su gente, en un patrimonio intangible, que transciende el mero inventario local y permite comprender los procesos y transformaciones, así como las tensiones de la ciudad de Cartagena, de la que hace parte. 

Antes de desarrollar nuestra tesis, y para contextualizar la problemática de Getsemaní a nivel nacional, haremos referencia a dos escritores colombianos, quienes reflexionan sobre el ser colombiano y el ejercicio de la ciudadanía. La primera reflexión la hace el escritor William Ospina en su ensayo ¿dónde está la franja amarilla? (1997). En este trabajo Ospina propone mirarnos como colombianos, reconociendo toda nuestra difusa historia política. Del mismo modo plantea una comparación entre franceses y colombianos, palabras más palabras menos dice, si en Francia sucedieran las cosas que ocurren en Colombia, los franceses no tardarían en tomarse las calles y avenidas de París para hacer legítima su ciudadanía, heredadas de la Revolución Francesa en 1789 (Ospina, 1997). Esto lo escribe William Ospina finalizando el milenio anterior, y después de ocho años de celebraciones y conmemoraciones del bicentenario francés. Este hecho del siglo de las luces dio a la vida moderna de occidente los ideales de justicia, igualdad, fraternidad y libertad.

En torno a la celebración de los bicentenarios, recogemos la reflexión de Óscar Collazos, donde argumenta la importancia de conmemorar estas fechas patrias siempre y cuando hayamos cumplido con los preceptos independentistas de nuestros antepasados, entonces plantea ahondar sobre el derecho a la igualdad en medio de tanta injusticia, y específicamente se refiere a Cartagena.

Lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. Por ahí empieza el sentido de la conmemoración. Lo que hicieron las élites criollas formadas en el mundo de privilegios del esplendor colonial y lo que siguió haciendo el pueblo, separado de la suerte de esas élites. Habrá que reflexionar sobre una revolución anticolonial que dejó casi intacto el imaginario colonial y sus servidumbres de castas, recorrer el mapa de la ciudad y constatar que, en 200 años de vida se dibuja un fraccionamiento social y de clases que contribuyó a consolidar otro mapa: centro rico, periferia pobre. (Collazos, 2011, pp. 42).

Las anteriores preocupaciones sobre el ejercicio de la ciudadanía y la colombianidad son pertinentes para contextualizar la línea de sentido de este trabajo de frente a la Nación. Lo primero que sale a flote pensando en estas reflexiones es la siguiente inquietud ¿qué tanto los colombianos conocemos nuestra historia política? A propósito del Bicentenario de Cartagena de Indias aparecen otras inquietudes ¿por qué dos bicentenarios en nuestra patria? Y con respecto a la ciudadanía, la participación y la modernidad ¿qué hemos construido en 200 años de modernidad ilustrada? ¿Por qué tanta injusticia y desigualdad? Las preguntas de hecho generan más cuestionamientos. Aquí no pretendemos responder estas dudas, lo planteado es el desconocimiento de nosotros los colombianos de nuestra memoria histórica, y en ese desconocerse está el origen de la Nación, y sus frustraciones, de las cuales adolecemos hoy en día.

Los constructores de la nacionalidad desde finales del XIX y comienzo del XX desconocieron hechos y personajes. Así lo asumieron los padres de la patria e historiadores que vivieron las guerras de independencia (Lasso, 2008).

Durante los últimos doscientos años hemos celebrado o conmemorado el 20 de julio como la independencia nacional. Recordamos año tras año los hechos registrados en la Provincia de Santafé de Bogotá: la infame calumnia de los hermanos Morales contra el hispano José González Llorente. El coyuntural día de mercado y la participación popular, que al día siguiente propiciaría la firma del acta de independencia, y el nombramiento de una junta de gobierno, cuyo presidente sería el Virrey Antonio Amar y Borbón, estos hechos son acompañados por la consigna Arriba el Rey, abajo el mal gobierno! (Vargas, 2011). 

Es indudable que poseemos serias falencias en los cimientos de la nación, algo está ocurriendo, y no es precisamente a nuestras espaldas, hay zonas oscuras a donde todavía el señor de la caverna, o bien Diógenes, no se ha decidido encender la luz. Hace doscientos años hubo héroes, que lucharon para que esa luz iluminara a todos los seres anónimos de esta patria y a los participantes de la historia, pertenecientes en ese momento a las clases populares de la ciudad y provincia: negros, mestizos, mulatos, zambos y pardos. Ellos fueron borrados de todo discurso, lo mismo que sus ideales por el derecho a la igualdad: educación, salud, vivienda, trabajo y el de elegir y ser elegidos.

Cartagena de Indias es una ciudad con historia propia, pero dependiente de los Andes. Dentro del contexto nacional sufrimos la misma crisis del desconocimiento que se evidencia en el precario y pre-moderno ejercicio de la ciudadanía. La ciudad hoy es destino turístico y cultural en el departamento de Bolívar, es una de las ciudades donde más se aprecia la desigualdad, la pobreza y el desempleo. Los cartageneros ignoramos la importancia del 11 de noviembre de 1811, hemos vivido entre el 20 de julio y el 11 de noviembre, bailamos, comemos y celebramos. Por ello este estudio propone ir al origen, donde se fragua la Fiesta Nacional, que ha sido olvidado por los mismos cartageneros. Para poder vivir y representarnos en el ejercicio de la ciudadanía y la colombianidad, debemos conocer nuestra historia, si no conocemos la historia estaremos siempre dando palos de ciegos. 

Es así con el afán de ir a las raíces de nuestros orígenes, de conocer la historia real, el lugar donde se fragua la República, proponemos a la isla de Getsemaní como la tierra fértil en donde prosperó la semilla de la igualdad, la justicia, la libertad y la fraternidad, después de haber sido traducidos los derechos del hombre y del ciudadano por Antonio Nariño.

Es necesario conocernos desde lo más elemental y primario, como reales seres humanos, y encontrarnos con nuestra esencia. Los cartageneros tenemos una esencia histórica. En estos momentos de celebraciones y conmemoraciones bicentenarias, recordemos están pendientes 1812, 1815, 1821, y 1826 entre otras fechas; dentro de estas fiestas buscamos nuestras raíces y sabemos de sus héroes naturales, ellos a diferencia de los nacionales fueron personas del común, quienes gracias a sus ideales lograron posiciones de reconocimiento, aunque después el olvido los borró. Esos héroes anónimos tuvieron un nombre ¨Lanceros de Getsemaní¨ fueron denominados con el nombre de su barrio, en el cual vivieron y donde muchos de ellos nacieron. Lo que un día fue parte de la provincia de Cartagena, hoy en la ciudad continúa, no sólo su memoria, sino también el nombre de Getsemaní: hechos y lugar están aquí. Aún tenemos el barrio con sus calles, callejones, plazas, manzanas y su población. Entonces tenemos a Getsemaní en Cartagena y a Cartagena en Getsemaní. No hay un solo barrio de Cartagena, exceptuando los sectores, producto del desplazamiento y las invasiones, donde por lo menos no haya una persona de Getsemaní, un barrio en todo sentido originario o fundacional.

Los cartageneros y cartageneras debemos conocer nuestras raíces, no solo históricas sino también míticas para poder tener los suficientes argumentos, y subsanar todas las debilidades alrededor de la colombianidad y la ciudadanía, a nivel local, regional y nacional.

Algún sector de nuestra cultura local quiere proponer las “Fiestas de Independencia”, como patrimonio inmaterial nacional, entonces por qué no propiciar un proceso de indagación, el cual marque una ruta para enraizar y hacer parte de nuestro patrimonio vivo.

Nos acogemos a la definición de patrimonio inmaterial de la Unesco: 

La Unesco define patrimonio cultural inmaterial como los usos, de presentaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes –que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural [...] Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es constantemente recreado por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y creativa humana. (Cordero, 2005, p. 235).

A partir de este concepto de la Unesco consideramos que Getsemaní ofrece un rico bagaje como patrimonio inmaterial de Cartagena de Indias. El objetivo es ir hasta revisar nuestros orígenes y tratar de subsanar las ausencias latentes, las cuales se hacen evidentes en la vida local, regional y nacional. Solo basta leer los periódicos, semanarios, revistas, oír la radio, ver televisión, además la internet. Y así darnos cuenta de la falta de ciudadanía y colombianidad que nos asiste. Ir al comienzo nos obliga a hacer un viaje al remoto pasado, de este modo escuchar las voces antiguas que hablan del origen y del génesis mítico de Getsemaní, así como los momentos más recientes que lo constituyen en el verdadero patrimonio de la ciudad.

miércoles, 11 de mayo de 2016

PÍLDORA PARA LA MEMORIA

Esquinas calle de la Sierpe y San Juan Evangelista, en el tradicional barrio Getsemaní de Cartagena de Indias. En esta esquina solía pasar las tardes Daniel Lemaitre Tono. Un Cartagenero del siglo XX. Industrial, la perfumería y jabonería Lemaitre son el resultado de su emprendimiento. También es conocido por su alto espíritu cívico y festivo, durante varios años fue el director del comité de las fiestas del 11 de Noviembre. Escribió poemas, pregones y el himno de la ciudad.