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domingo, 20 de enero de 2013


Reseña Histórica de Getsemaní
Por: Martín Morillo Triviño

El barrio Getsemaní es uno de los más tradicionales de la Ciudad -y la antigua Provincia- de Cartagena de Indias, su origen se remonta al siglo XVI, a mediados de 1572 cuando comienza la urbanización de este histórico sector. Las primeras construcciones dentro de sus predios son: el Puente de San Francisco, el Matadero Público y el Claustro de San Francisco. Del mismo modo para esta fecha se hace el trazado de sus tres principales calles: Media Luna, Larga, y las que conforman hoy día, la Tripita y Media, San Andrés, Guerrero, Plaza de la Trinidad, Pozo, Plaza del Pozo, Aguada y la Marina.

Este es el panorama de la Isla Getsemaní, la cual estaba rodeada por las aguas de la Bahía de las Ánimas, la Ciénaga de San Lázaro, la Ciénaga de San Anastasio, el Caño de la Matuna y la laguna de Chambacú. Getsemaní la isla, se unía a los barrios de San Sebastián, Santa Catalina, la Merced y Santo Toribio, por el ya mencionado Puente San Francisco. Estos sectores inician su urbanización también finalizando el siglo XVI. Sin embargo se puede establecer el poblamiento y urbanización de la isla, cuando concluyen los trabajos del Claustro de San  Francisco. Allí comienza la palpitante vida del sector. Getsemaní antes de ser urbanizado, era una Isla que pertenecía a Rodrigo Durán, quien recibió estos predios como pago de sus servicios contables, en la empresa de conquista y colonización de Pedro Heredia. Al morir el señor Durán, toma posesión de sus bienes inmuebles su esposa Beatriz de Cogollos. Esta obsequia a la curia del momento parte de los predios, para la edificación de algunas obras, como el Claustro de San Francisco y la conocida Obra Pía. El resto de los terrenos los vende al Deán Juan Pérez de Materano. El señor Pérez de Materano era el cantador y músico de la Iglesia, con este nombre se conocía la Catedral por aquella época. Es él mismo Deán quien bautiza a la isla con el nombre de Getsemaní.

Así mismo el nombre se le asigna por las condiciones de la tierra, para el cultivo del olivo y la extracción del aceite de este fruto. Gath Smane palabra del Arameo que denota y connota lo anterior, también sirvió para referirse a los parajes donde se encuentra el Huerto de los Olivos, sitio en el cual Jesús es aprehendido por romanos y fariseos. De ahí Getsemaní, Gimaní, Santísima Trinidad de Getsemaní, entre otros nombres. Además era llamado el arrabal, porque estaba fuera del cordón amurallado, según algunos historiadores oficiales. En todo caso la fortificación de la ciudad colonial es posterior a Getsemaní. Por otro lado las características de sus calles, callejones y plazas, que eran destapadas permitían el empantanamiento, haciendo del barrio un arrabal imposible de transitar.

Para finales del XVI e inicios del XVII se había hecho el trazado de sus principales calles, junto a las obras mencionadas. Asimismo se tiene noticias de una solicitud para la urbanización de lotes en la isla de Jimaní, igualmente el gobierno de la provincia establece sanciones a quienes no construyan en el tiempo estipulado, como la expropiación de predios. En este orden de ideas continúan las construcciones de viviendas, hospitales, templos y fortificaciones en la isla Getsemaní durante el periodo colonial y la república.

Una de las primeras obras es el hospital del Espíritu Santo, iniciado en 1610, en la esquina de la Calle de la Mala Crianza y la Media Luna, en su lugar encontramos la Iglesia de San Roque. En 1631 comienzan a levantarse los baluartes, el primero de ellos el Reducto en la Gobernación de Francisco de Murga. Después a la altura de 1648 dan comienzo a la Iglesia de la Santísima Trinidad. Esta obra responde a la necesidad de la comunidad por los oficios religiosos, en los tiempos de las lluvias, el sector se llenaba de barro, sus calles se volvían un lodazal, entonces los fieles católicos no podían acceder hasta la Iglesia o Catedral, que hoy conocemos.

Ahora bien desde estos momentos, dadas las circunstancias, debemos suponer una población numerosa. La Iglesia de la Santísima Trinidad está edificada en todo el corazón del barrio, es imponente como la misma Catedral, tiene tres naves, un altar mayor, sacristía, despacho parroquial y habitación para sacerdotes. Corriendo los sesenta, el siglo pasado, el sacerdote Juan de Dios Campoy, da inicio a la construcción de las instalaciones del Colegio la Santísima Trinidad, en la parte posterior del templo, entre las calles del Pozo y San Antonio. Pero es el padre Nicolás Vergara Tamara, el encargado de finalizar las obras en los setenta. Como dato insólito, en estos momentos allí funciona una estación de la policía antimotines.

Bueno volvamos a la historia colonial, desde estos momentos Getsemaní se configuraba un sector diverso y plural en su población. Hay quienes dicen que Getsemaní estaba constituido por una población popular de escasos recursos económicos, a diferencia del Centro (Santa Catalina, San Sebastián, La Merced) y San Diego (Santo Toribio), sin embargo se oyen voces que hablan de una diversidad étnica, compuesta de negros libertos, pardos, mestizos, zambos y mulatos en su mayoría, acompañada por inmigrantes venidos de todo el mundo, estos grupos desempeñaban oficios artesanales, militares y comerciales, son ellos, o mejor sus nietos, quienes dos siglos después protagonizan los hechos del once de noviembre, con el regimiento Lanceros de Getsemaní, liderados por Pedro Romero, Pedro Medrano, Ignacio Muñoz entre otros.

Cartagena y Getsemaní entran en decadencia con el sitio y la reconquista de Pablo Morillo, la población es diezmada por los fusiles realista, las enfermedades y el hambre; los que pueden huir serán víctimas más tarde del tiempo, las vicisitudes de la vida y sus guerras. La Provincia de Cartagena de Indias y su ciudad vuelven a la República el 10 de octubre de 1821, gracias a la estrategia naval-militar del almirante José Prudencio Padilla y el general Mariano Montilla. El sitio es el principio de una serie de dificultades, las cuales prosperan durante la mayor parte del XIX. A finales de este la ciudad y la provincia levantan vuelo, y ahí aparece en escena otra vez Getsemaní, se construye el Mercado Público en sus predios iniciando el siglo XX, se reactiva la economía cartagenera y Getsemaní es parte activa del comercio, por su posición estratégica en la ciudad, siguen llegando personas de distintos y distantes lugares del mundo, establecen sus viviendas y negocios en el barrio, como son los casos de la Madama Walter, los Lemaitre, los Beetar y los Schuster. Estas familias dieron empuje a una actividad industrial en la ciudad y Getsemaní, también encontramos a una serie numerosa de sirio-libaneses o árabes que se ubicaron principalmente en las calles Media Luna y Larga con comercios de toda índole.

En esta breve reseña encontramos la importancia de Getemaní, como uno de los sectores fundacionales de la ciudad en diferentes aspectos. Getsemaní ha sido y es víctima de exclusiones, señalamientos y de la gentrificación. Sí bien es cierto la evidente presencia de los problemas sociales de las drogas y la prostitución, que aquejan a moralistas, también es cierto, que ellos hacen parte de toda una problemática nacional, y están ligados a la pobreza y la ausencia de posibilidades dignas de participación y construcción ciudadana.

Getsemaní tiene una memoria histórica y cultural viva, representada en su comunidad, que día tras día se manifiesta en sus calles, callejones y plazas, muy a pesar del desplazamiento que vive provocado por los inversionistas neoliberales, quienes compran las casas para convertirlas en hoteles o en lugares de estadía, de vacaciones y restaurantes. En ciertas temporadas del año podemos apreciar la demanda que tienen estos nuevos usos del territorio y la forma como dialogan con la comunidad. Lo popular en Getsemaní tiene sus matices, por ello causa asombro a los foráneos, tanto nacionales como extranjeros, quienes ante el paisaje cotidiano se impresionan de la capacidad de alegría de esta comunidad y su espíritu de socialización. Esto último se presta para lecturas equivocadas por parte de los mercaderes de la cultura, que solo quieren mostrar a Getsemaní y a su gente como algo exótico y comerciable.